martes, 7 de marzo de 2017

El diente de león y el grillo


Hace un par de semanas íbamos con Teo y David en el auto, ellos atrás y yo conducía. En una luz roja por la ventana entró un diente de león: muchos recuerdos de mi infancia acudieron a mí. Tal y como lo recordaba, al intentar atraparlo, el diente de león se posó sobre mis dedos. Una imagen nítida se vino a mi mente: un atardecer en la escalera de la vieja casa donde crecí, entraba el sol de la tarde y por la ventana del pasillo del segundo piso llegó a mis manos una "carta" como le decíamos en ese tiempo. Al recordar eso, le dije a David: ¿quién me habrá enviado esta carta? A lo que él respondió: yo creo que fue la Tabita. Tabita es la hermana mayor de Teo. Tabita fue una ilusión de 11 semanas que vino a nuestra vida a fines del año 2015. Tabita nos llenó de amor. Tabita nos conmovió hasta lo más profundo de nuestra relación. Tabita decidió partir sin ni siquiera haber llegado. Tenemos una fotografía con David de la que creemos fue mi primera semana de ese embarazo. La pusimos en un marco hermoso que nuestro amigo Jorge nos regaló cuando conoció nuestro hogar. Cuando paseo a Teo por nuestro departamento para relajarlo y hacerlo dormir, le muestro siempre esa foto y le digo: ahí están los papás con tu hermanita, la Tabita, que estuvo en mi guata igual que tú. Teo, niño curioso, alarga su manito para intentar tocar la fotografía. Pienso decirle eso mismo hasta que sea grande. Hasta que pregunte dónde está Tabita. Estuvimos de vacaciones en Leyda, en la parcela de mi papá. Teo durmió como nunca en un moisés de mimbre que le encantó desde el primer momento. Una noche, mientras David estaba leyendo y yo le daba leche a Teo, sentí un ruido en uno de nuestros bolsos. Pensé en un insecto grande, lo suficiente para hacer esa sonajera. Pensé en levantarme a buscarlo, pero le pedí a David que lo hiciera. Después de mucho buscar, sucedió que ese ruido lo hacía un grillo que había quedado atrapado entre mis cosas. No quisimos matarlo y como era muy tarde para sacarlo al campo, lo dejamos bajo un vaso. Al día siguiente David lo sacó y lo liberó. Al atardecer siguiente el mismo grillo u otro, estaba exactamente en el mismo lugar del primer día. Busqué en la web qué significaba que te visitara un grillo. Leí en algunos sitios que era de muy buena suerte, leí que para la cultura celta un grillo era el alma de un ser querido que ya había partido. Leí también que un grillo indicaba el inicio de una transformación profunda. Leí muchas más cosas. Me gustó pensar que ese grillo también podría haber sido Tabita. Me gustó pensar que nos había visitado de nuevo, que Tabita buscaba formas para estar presente, el diente de león, el grillo, para estar cerca de su hermanito, para decirnos que nos acompaña todavía.

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